Alfonso Paso Gil (Madrid, 12/09/1926 - Madrid, 10/07/1978) fue un dramaturgo español, autor de sainetes dramáticos, comedias, tragedias y obras de denuncia social (dentro de lo que se podía) con situaciones y diálogos cargados de humor y originalidad aunque su estilo ha recordado a Jardiel Poncela (de hecho se casó con una hija suya) y otros autores anteriores. Hijo de sainetero y actriz, conocía el teatro desde la tripa de su madre, pero ejerció la profesión de periodista dentro de los cánones del régimen, hermano de padre de Antonio Paso Díaz. Además estudió Filosofía y Letras y Medicina, simpatizante de Fuerza Nueva, a veces trabajaba como actor también, viajó por todo el mundo presentando sus obras que superan las doscientas, aunque no todas se estrenaron. En 1968 llegó a tener 7 obras en la cartelera todas alcanzando el "no hay billetes" a diario y una obra suya "Enseñar a un sinvergüenza" tiene el récord de permanencia en cartel: 23 años. Acumuló numerosos premios y a los 51 años un cáncer pudo con él, está enterrado en el Cementerio de San Justo.
El número 465 de la colección teatral Alfil, nos trae una Comedia en dos actos, estrenada el 27 de enero de 1965 en el Teatro Reina Victoria bajo la dirección del propio autor. Se incluye carta a los espectadores, dedicatoria y breve biografía al dorso.
Crítica contra aquellos que dominan la moral pública desde sus despachos, a través del poder económico, capaces de arruinar una vida lo mismo que de levantarla, con total impunidad, pero que esconden inmundicias por los rincones de sus casas. Obra que aprovecha el malestar social para afrontar el problema de la hipocresía en las costumbres y la moral religiosa, para jugar con este problema y hacer taquilla, proponiendo una situación bastante menos sutil que la misma realidad. En la vida, los malos que se aprovechan de la debilidad o inferioridad ajena, nunca son tan descarados, sino que se suelen disfrazar de corderos e incluso, se les encumbra en la fama. El especulador despiadado, el comisionista corrupto, el financiero sin corazón, el empresario explotador... hasta el esquirol disfrazado de "emprendedor" se han convertido en anónimos personajes sin alma y protegidos por una falsa moral y una teoría religiosa agradecida.
@2024, by Santiago Navas Fernández.