Manuel Linares Rivas (Santiago de Compostela, 1866 - Madrid, 1938), miembro de la Real Academia Española y de la de Jurisprudencia, abogado y ex Ministro, senador y diputado electo, dramaturgo y prolífico autor teatral con medio centenar casi de obras originales, amén de adaptaciones y novelas propias. La temática siempre está apegada a la gente, al momento en que vive, denunciando situaciones o como reflejo de la debilidad de ciertos eslabones de la sociedad pero con una deriva cada vez mayor hacia el conservadurismo social, sacrificando el dramatismo por el efecto moralista y perdiendo así fuerza.
El número 147 de la colección teatral La Farsa nos trae un número con dos obras de diferentes autores dibujos de Garrán. La segunda es La Cizaña, Comedia en dos actos y en prosa que se estrenó en el Teatro Lara de Madrid el 20 de febrero de 1905.
Historia con una especie de moralina e incluso de moraleja, que a la vez nos retrata el mundo laboral de los funcionarios de forma indirecta. La vecindad era un artículo que convertía en familia a algunos inquilinos de los edificios, teniendo en cuenta que eran los años de cierta miseria, sin radio en la mayoría de los casos, la televisión no existía, el cine era del futuro y el teatro constituía un hecho sólo para grandes ocasiones; así pasa en esta historia entre dos familias cuyo hijo por un lado e hija por el otro, se unen y se quieren. Pero la amenaza de los cambios del Gobierno, con destitución de empleados y sustitución por otros, o traslados a otras ciudades, les avoca a tener que separarse sin llegar a decirse lo que ellos ya saben. Cuando de repente aparece un amigo de la familia que ha accedido a un puesto alto precisamente en el ministerio donde trabaja el padre, el cual se hace cargo y coloca al joven enamorado y a consigue que al padre no lo trasladen, así pues, el amor se declara y la boda se programa. Pero precisamente esta generosidad incita los malos pensamientos del personal ajeno, vecinos y otros que pululan por los alrededores. Es la cizaña que siega los corazones. La moraleja la pondrá el padre al final de la obra, algo muy útil en cualquier tiempo independientemente del escenario o las circunstancias.
@ 2025, by Santiago Navas Fernández