Antonio Buero Vallejo (Guadalajara, 1916 - Madrid, 2000) fue un dramaturgo español que supo transmitir el sentimiento de sus personajes, que en el corto espacio de una representación teatral, mostraban actitudes muy particulares y eran capaces de desarrollar una transformación de carácter en determinadas condiciones. Dicen algunos críticos que no hay malos ni buenos en el teatro de Antonio Buero Vallejo, sino seres atormentados, frustrados, enfermos, etc. que buscan dar salida a sus taras. Conoció los rigores de la Guerra y los de la posguerra, la cárcel y el sufrimiento de las clases más bajas, así que en sus obras se reflejan todas estas situaciones, con títulos como "Historia de una escalera", "Un soñador para un pueblo", "En la ardiente oscuridad", "Madrugada", "Caimán", "El tragaluz", "La Fundación", etc. Para ahondar en su biografía podemos consultar en Real Academia de la Historia o en Cervantes.es, entre otras.
Con el número 121 de la colección teatral Alfil, este título que en ciertas ediciones ha ido en rojo (ver foto) o en naranja. Se trata de una Comedia en tres actos estrenada en el Teatro María Guerrero el 14 de diciembre de 1954. Contiene una frase de Miguel de Unamuno en la dedicatoria. En la contraportada hay una amplia biografía del autor.
Irene es un ser sensible e inocente. Ha quedado viuda y se aloja en la casa de sus suegros porque era huérfana y no tenía a dónde ir, pero su suegro es el rey de la tacañería y la acoge a cambio de que ejerza las veinticuatro horas de sirvienta de la casa, para cualquier tarea, igual que tiene a su cuñada a cambio de que ejerza de cocinera, otro ser bueno. Además del marido, Irene perdió a su hijo, todo parece estar en su contra, incluso las sospechas crecientes de un desequilibrio mental con la que quieren encerrarla en un manicomio, mientras ella busca en un mundo irreal dónde ser feliz. Buero usa la presencia de duendes y seres etéreos para representar los sueños de una mujer que se ve llevada al extremo por las circunstancias de la vida, como en otras obras, el subconsciente de los personajes habla a través de entes fantásticos en las tramas del autor. Los personajes son tan reales que podemos pensar en personas concretas que conocemos, quizá el mito del avaro esté llevado al extremo, como el personaje de Irene, o que por suerte son excepciones al término general. El egoísmo de Dimas (el buen ladrón) es quizá más locura que el hablar con seres irreales ¿no crees?
@ 2023, by Santiago Navas Fernández