Es tradición en los hermanos, poetas y dramaturgos, Joaquín (Utrera, 1873 - Madrid, 1944) y Serafín (Utrera, 1871 - Madrid, 1938) Álvarez Quintero, usar en sus composiciones el deje andaluz tal y como se habla y no "traducido" al castellano, fórmula imprescindible para entender muchas de las situaciones que se dan entre sus personajes y en la vida diaria ¡no ni ná! Llevado al tópico, pareciera como que todos los naturales de aquellas tierras contaran un chiste o hicieran una gracia, soltaran un chascarrillo o lanzaran un piropo cada vez que hablan, pero no es cierto, tópico es tópico y bien vale para la comedia, pero la realidad es otra.
El número 110 es un tomo Extra de la colección La Farsa con dos obras. La primera es "Amores y amoríos". Es una Comedia dividida en cuatro actos, estrenada en el Teatro de la Princesa de Madrid el 11 de febrero de 1910, dos años antes lo había sido a nivel mundial en Buenos Aires.
Como todas las obras de los Quintero se usa el andaluz como lengua para algunos personajes, hecho que contribuyó a crear esa imagen negativa sobre el andaluz al recaer dicha carga siempre en personajes que realizaban las tareas más sencillas o bajas dentro del escalafón laboral, dejando el lenguaje "fino" para los personajes de ricos, cultos o nobles. El objetivo era guardar dicha particularidad, con sus modismos y sus dejes, con su particular acento que varía de unas zonas a otras, pero se unificó dando el que usaban los hermanos como el típico, olvidando que los hermanos eran de Utrera, Sevilla, tan sólo una de las 8 provincias de Andalucía. La obra trata de la relación matrimonial vista desde esos tiempos y circunstancias, entre el caballero joven y crápula con ganas de conquistar hasta la modosa señorita que se debe mostrar recatada, aunque ya nos dejan ver los autores, que también existen otras posibilidades o condiciones. Varias parejas entran en juego para demostrarlo, desde la más consolidada y fiel (casi la toma como algo excepcional) hasta la más irregular, en este caso la del joven poeta romántico Juan María con la joven inasequible Isabel, que es firme y decidida en su convencimiento de que el amor es único y para toda la vida, creencia y uso muy de la época y posteriores. Entre la postura de cada una de estas dos relaciones, los hermanos nos cuelan otra pareja más, una en la que el novio decide que lo más sano es seguir con su querida secreta para conseguir la felicidad conyugal, fe no tan extraña que se mantiene en algunos círculos muy concretos. Con presencia de varios personajes más, algunos muy de tipismo bárbaro para ayudar a resaltar esa sociedad del momento, se elabora la trama que lógicamente ha de terminar bien. Que una cosa son los amores y otra los amoríos, por lo dicho.
@ 2023, by Santiago Navas Fernández