De alguna forma había que titularla y se escogió una, simplemente; es como el final, alguno tenía que tener y lo tiene, sube la intensidad en el último momento y de repente el tachín y luego fin. Comedia de costumbres, situada en un cortijo del sur, por Sevilla más o menos pero camino de Cadiz. Allí vive un terrateniente que se caracteriza por su carácter, pura mala uva, que engaña al fisco y estruja a sus trabajadores, habla mal a todo el mundo y cada día se levanta a ver a quien insulta. Pero mira por donde se unen las circunstancias para que veamos su verdadero problema, que no conoce el amor hasta que una persona muy especial, la única que no le llega a temer, le toca el corazoncito. Todo ello aderezado con el lenguaje apropiado, acento cerrado como de Lebrija y una serie de enredos y casualidades adicionales.
Es un juguete cómico estrenado en el Teatro Alcázar de Madrid el 21 de diciembre de 1927 y publicado en abril de 1928 con el número 31 de la colección La Farsa, dividido en tres actos aunque la decoración es la misma, pero cumple con el requisito de un primero para plantear el asunto, un segundo para enredar la trama y un tercero que le da otra vuelta para, de repente, desenrollar el hilo. El librito contiene ilustraciones de la representación y caricaturas de los autores realizados por el dibujante que firma como Alonso. Se trata de otra colaboración entre Pedro Muñoz Seca y Pedro Pérez Fernández, de las muchas que realizaron juntos. Cargada de humor y simpatía, sin más transcendencia que explotar ciertos estereotipos para hacernos pasar casi dos horas muy entretenidas.
Pedro Muñoz Seca (El Puerto de Santa María, 1879 - Paracuellos del Jarama, 1936), escritor prolífico que sobrepasó las 200 obras y multitud de éxitos, estrenó su primera obra a los 22 años en Sevilla, pero su fama le precedió a su llegada a Madrid, dedicó numerosas obras a ridiculizar la República y las novedosas leyes que ésta elaboraba. Con él firma Pedro Pérez Fernández (Sevilla, 1884 - Madrid, 1956) se crió en Los Palacios y Villafranca, manejaba el lenguaje andaluz a la perfección y que reflejó en varias de sus casi ciento cincuenta obras, conjuntas o personales, cultivó la zarzuela, el sainete, la novela, el teatro y dentro de este el juguete cómico y la astracanada, ambos muy comerciales.
@ 2022 by Santiago Navas Fernández