miércoles, 8 de junio de 2022

EL QUE NO PUEDE AMAR

 


Número 34 de la colección La Farsa, Comedia en tres actos y un prólogo, cada uno de ellos dividido en dos cuadros y varias escenas. Cada uno de ellos cuenta algo parecido pero con escenarios muy distantes, como se dice en el prólogo. Desde el reino de Nepal o del Tibet, según se vea; la Italia de los carnavales en plena efervescencia del XVIII - XIX; hasta los tiempos modernos quizá en algún punto de Andalucía. Supongo que el estreno debió sembrar la inquietud y la duda en algunas personas, puede que hasta hubiera quién se saliese de la sala. No he encontrado la crónica de la dicha que se produjo en el Teatro de la Princesa de Madrid el 16 de abril de 1928, publicándose en esta colección el día 28, acompañado de caricaturas de los personajes y del autor. Y no lo digo como crítica, sino porque en esa época el teatro mayoritario era la comedia cómica, el juguete, el sainete, la zarzuela de tipismo y amores trágicos, y esta obra deriva más hacia un movimiento nuevo y diferente, donde desaparece la risa y surge una especie de inducción al pensamiento concluyente, uniforme.

Alejandro Mac-Kinlay (Buenos Aires, 1879-Roma, 1938), hijo de un escocés y una francesa, recaló en Málaga a fines del siglo XIX, donde se casó, aunque, como dice Rafael Inglada, «pertenecía a todos y a ningún sitio»: Argentina, Francia, Inglaterra, España, Italia... Aristócrata, millonario y raro de la literatura, escribió obras teatrales y algunos libros de poemas, entre los que destaca “Hai-kais” (Ediciones de la Brújula, París, 1936), el único libro de pre-guerra dedicado exclusivamente al hai-kai, aunque una hai-kai de 4 versos y rima consonante. Trató a Rafael Lasso de la Vega y a González-Ruano, que lo incluyó en su antología (donde lo da como nacido en Málaga) y habló de él en sus memorias, al igual que Cansinos-Assens.

Una buena nómina de actores repiten guión en los tres diferentes escenarios, básicamente son los mismos personajes: la princesa ó reina o mujer protagonista, el noble o rey, el que surge de repente y no se sabe cómo pero aparece revestido de cierta autoridad o personalidad indudable, los colaterales amigos o consejeros que auxilian en la trama, etc. Un hilo conductor insospechado parece unir estas tres historias, el amor siempre por medio, la pasión secreta, el amante no confesado y el personaje que sorprende, el inductor del mal, de la muerte, de la traición, de los tiempos negros. Hasta el tercer acto no se va a descubrir, aunque si buscamos los puntos comunes podemos intuir que siempre el mal se interpone en el camino del bien, disfrazado y ocupando un lugar muy visible pero sibilino arrastra a los seres humanos a la maldad, inocentemente. Es "el que no puede amar" y por tanto, no va a dejar a nadie hacerlo si lo puede evitar.


@ 2022 by Santiago Navas Fernández

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