sábado, 4 de junio de 2022

EL ÚLTIMO ROMÁNTICO

 


Zarzuela "costumbrista" que nos muestra el Madrid de 1872 y 1887, nos ubica bajo el corto reinado de Amadeo I, el carlismo, el republicanismo y la situación social como la de las lavanderas del Manzanares, por otro lado, los diferentes escenarios y fondos de telón que nos muestran lo que fue la Fuente Castellana, el Paseo del Prado, el Teatro Felipe, etc. Un lujo para los nostálgicos e informadores de la evolución del madrileñismo más capitalino. 

La obra se estrenó el 9 de marzo de 1928 en el Teatro Apolo de Madrid y publicada con el número 30 el 30 de ese mismo mes y año, incluyendo dibujos del ilustrador Garrán. Realizada en dos actos, cada uno de ellos correspondiendo a cada uno de los años citados al principio y dividido en dos cuadros. es decir, cuatro en total, escrito en prosa salvo lo que se indica. El autor es José Tellaeche y Arrillaga (Madrid, 1887 - 1948), dramaturgo por afición y periodista por profesión, en la que coincidió con Carlos Fernández Shaw; colaboró en varias zarzuelas y obras de teatro como letrista. Y la música es de Reveriano Soutullo (Puenteareas, 1880 - Madrid, 1932) compositor de éxitos como "la leyenda del beso"; trabajó haciendo tándem, que daría tan buenos resultados como por ejemplo la zarzuela que comentamos, con Juan Vert (Carcagente, 1890 - Madrid, 1931), otro compositor de amplísima producción artística y numerosos éxitos. En cualquier caso, ya hemos visto más de estos autores.

La historia es, como siempre de amoríos, pero sirve para ir mostrando ese Madrid del XIX que ya explico someramente. Por un lado la gente normal, del pueblo, con sus hambres y miserias, que se busca la vida en cualquier oficio o intentando ganar un puesto en la administración, de esos que en aquellos tiempos eran a dedo y que cuando cambiaba el régimen o el partido del Gobierno, se quedan sin empleo. Y frente a ellos la nobleza que goza y disfruta de su aburrimiento y dinero, hace fiestas y comparte en los salones de baile, pero al final, todo es lo mismo. Enrique y Aurora por un lado, Encarnación y Tomás por otro, cada cuál se va amoldando a su condición y se va uniendo según ésta, sin que quepa el cruce de clases sociales más que a título festivo. Es una obra muy interesante y transcurre a una velocidad suficiente como para mantener la atención.


@ 2022 by Santiago Navas Fernández

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