El número 6 de la colección nos trae una Comedia costumbrista de ambiente madrileño, de chulapos y chulapas con su hablar tan relamido a veces, que para poner las cosas en lo más alto dicen que "aplaudían hasta los mancos" o llaman "polígrafo" a quien quieren identificar como polígamo. El Madrid castizo, que para eso dos de las protagonistas son Atocha, como la Virgen, y Paloma, la otra Virgen y patrona. Dividida en tres actos y el último en dos cuadros, maneja una buena cantidad de personajes y un montón de extras y circundantes, cada cual con su gracia y personalidad.
La obra se estrenó el 7 de octubre de 1927 en el Teatro Alkázar de Madrid (lo de la k no lo pongo yo, sino el libreto en su entradilla). Y se publicó en la colección veintidós días después. Federico Oliver Crespo (Chipiona, 1873 - Madrid, 1957), abuelo de Jaime de Armiñán, fue escultor, escritor, dramaturgo, director de teatro y el primer presidente de la Sociedad General de Autores; escribió numerosas obras, dirigió otras a través de su propia compañía y de su mujer, la actriz Carmen Cobeña, realizó giras por España y América, en fin, que lo de la escultura pasó a un segundo plano a pesar de que en 1897 ganó una medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes.
Atocha es una jovencita hermosa y casera, casada con un joven, Isidro, que tiene una zapatería que da hasta para un dependiente. A pesar del amor que se profesan, los hijos no llegan. Al tiempo se junta que en el portal vive un cochero y su señora, la portera de la finca que es de armas tomar y está todo el día con la oreja pegada a ver qué pilla para perseguir a los hombres que no le son fieles a sus esposas y a las jovencitas que llevan una vida demasiado alegre. Y ahí comienzan los líos, porque si no los hubiera ni Ponciano ni Balbina, ni Atocha ni Paloma, ni Isidro, hubieran tenido altavoz de sus vidas en esta Comedia, simpática a más no poder y de conversaciones inigualables construidas con el deje castizo madrileño, tanto que cualquiera se cree que el autor es de Chipiona, provincia de Cádiz; si los Quintero usan el gracejo sevillano, Oliver lo consigue con el madrileño, desde luego por mi ¡reto conseguido, don Federico!
@ abril 2022, by Santiago Navas Fernández