Jacinto Benavente Martínez (Madrid, 1866 - 1954) es uno de los pocos autores españoles que tienen un premio Nobel, otorgado en 1922, lo cual ya aporta a su currículum un esplendor mayor. Dramaturgo, cineasta... dejó un gran número de obras en las que, algunas veces según dicen sus críticos, no llega a ahondar tanto como podría haberlo hecho y la denuncia de aspectos como la manipulación de las informaciones, el papel de la mujer, la modernidad o la situación política, no llegan a cuajar suficientemente. De hecho, sus variaciones entre las diferentes opciones que conoció a lo largo de su vida, le hacen estar siempre al lado del que gobierna, desde Primo de Rivera durante la Dictadura blanda, la República durante la Guerra Civil o loas al franquismo tras su victoria final, y sin embargo, durante muchos años posteriores al 39, tuvo que representar sus obras citándolas no con su propio nombre sino por "el autor de la Malquerida". Sin embargo su fama es total, debida a la popularidad de sus obras, pero también a su cantidad: teatro, versos, novelas, críticas, adaptaciones, guiones...
El número 271 de la colección teatral La Farsa nos trae una Comedia dividida en un prólogo y tres actos, que se estrenó en el Teatro Fontalba de Madrid, el 30 de octubre de 1931. Contiene dibujos de Antonio Merlo. La portada nos muestra fotografía de Carmen Días y Rafael Bardem.
En el prólogo conoceremos a una pareja en el momento de su despedida. Son de alta sociedad, están en un lugar de acuerdo a su clase, con la música del Jazz-band que se puso de moda en el siglo pasado y hacen referencia a esa cadencia de improvisaciones en referencia a sus vidas. Él se ha arruinado, pero arruinado de pasar hambre y se marcha con su familia a intentar salir adelante. Y ella se queda amargada y llorando su despedida, que no acaba de aceptar. Quiere ayudarlo. A lo largo de la trama vamos a conocer a diferentes estratos sociales con sus costumbre, desde el muy rico al que nada tiene, del que es señor al que es sirviente. Veremos cómo en esa sociedad, perder el trabajo significaba el hambre, sin cobertura social de desempleo, jubilación, invalidez... algo que nos queda muy lejos. Y otras cosas que aún perduran como es el contrato matrimonial por interés, más que por deseo. La frustración del pobre que trabaja más horas que el sol y no consigue apenas nada, el cansancio y la agonía matrimonial de la pobreza. Y el amor generoso que se da sin esperar nada a cambio. Una trama para la reflexión y el diálogo.
@ 2025, by Santiago Navas Fernández
